Te contamos todo sobre la normativa europea encargada de defender al consumidor.
La normativa MIFID es una normativa europea dirigida a la defensa del consumidor. Su significado es Markets in Financial Instruments Directive (Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros) y está enfocada a la regulación de la prestación de servicios de inversión para todos los países miembros de la Unión Europea.
Esto implica que toda entidad financiera que prestan servicios de inversión están obligadas a adecuar la información sobre sus productos e instrumentos a las cláusulas que integran este conjunto de recomendaciones con carácter inmediato.
De este modo, se plantea una mayor transparencia y eficiencia de cara a la relación entre entidades y sus clientes.
La directiva entró en vigor el 1 de noviembre de 2007 y desde el 3 de enero de 2018 se introducen novedades normativas conocidas como MIFID II.
Los objetivos de la normativa MIFID están dirigidos a la protección del inversor, para que este comprenda el producto que va a contratar y conozca el riesgo de dicha inversión, adoptando decisiones de inversión en consecuencia.
La naturaleza de la directiva europea es también la de aumentar la transparencia y fortalecer el marco regulador de los mercados que prestan servicios financieros.
Así mismo, aborda ámbitos no regulados hasta ahora para garantizar que los Organismos Supervisores cuenten con las competencias necesarias para desempeñar su cometido.
Para mejorar la protección del inversor, MIFID refuerza tres principios básicos:
Merece la pena resaltar que la normativa MIFID no afecta a todos los productos de inversión que las entidades financieras ofrecen a sus clientes, sino más bien, a otros productos o servicios que pueden ser considerados como más complicados a la hora de su contratación.
Alguno de los productos a los que no afecta la MIFID son las cuentas corrientes, las cuentas de ahorro, transacciones sencillas o planes de pensiones para jubilados.
Sí afectan a otros productos bancarios que pueden verse influidos por las variables del mercado financiero como acciones, fondos de inversión, deuda, seguros de cambio, entre otros. Distinguiéndose estos productos a su vez entre: productos no complejos y productos complejos.
Lo cierto es que la normativa debe ser efectiva con el total de los clientes sin importar el nivel de conocimiento que estos puedan tener en materia financiera.
Esta clasificación puede dividirse en:
Éstos poseen la mayor protección que garantiza la directiva MIFID II.
La regulación del asesoramiento financiero es otro de los objetivos que persigue la normativa MiFID. Estos servicios de asesoramiento financiero deben ser personales, con recomendaciones a usuarios que lleguen a la entidad bancaria en calidad de inversor o como agente de un inversor.
La prestación de estas recomendaciones personalizadas pueden solicitarse de parte de un cliente, por su propia petición, o por iniciativa de la empresa de inversión.
La recomendación por parte de un especialista debe ser conveniente para el usuario y puede brindarse en diversas acciones en las que desee solicitarse una inversión como compra, venta, suscripción, reembolso, mantenimiento de un instrumento financiero o cualquier otro derecho que devenga de la compra, venta, suscripción o reembolso de un instrumento financiero.
Según la normativa es crucial que las entidades financieras tengan constancia escrita del cumplimiento de de las obligaciones de la directiva MiFID. De esta forma, los clientes usarán su rúbrica en los procedimientos de inversión y contratación de activos regulados en ella.